Cuando Luis Ocaña se hizo leyenda (II)

Te seguimos aquí contando uno de los días más grandes del ciclismo en toda su historia…cuando Luis Ocaña, camino de Orcieres Merlette, destrozó al enorme Eddy Merckx.

 

El día amanece con un sol espléndido y un calor que derrite el asfalto…de hecho esa será la primera imagen que puedan ver los afortunados telespectadores del día, con el presentador de la televisión pública francesa mostrando la negra brea pegajosa y espesa. Bueno para Ocaña, amante de la canícula, y menos bueno para Merckx, que dejó bajo el agua y la nieve algunas de sus más grandes demostraciones. Pero claro, también en Mourenx hacía mucho calor…

 

El inicio de la carrera es frenético. De salida estaba situada la Cote de Lafrrey, el primer puerto que jamás escaló el Tour en el ya lejano año 1904, bajo el coqueto nombre de Cote de la Republique. Allí, desatado como una manda de elefantes, ataca como un loco el portugués Joaquim Agostinho, a quien su director, el gran Raphäel Gemianini, ha convencido de que hoy es su gran día. Detrás de él salta Ocaña como una exhalación, y con más dificultades también se unen el pequeño escalador Van Impe y el maillot amarillo, Joop Zoetemelk.

 

Pero Merckx no. Merckx no salta, Merckx no puede, deja irse a rivales directos de cara al Tour. Es lo nunca visto, el resquicio que ilumina la posibilidad de acabar con su tiranía. Merckx no se suma a la escapada.

 

Un duelo mítico

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Así los de adelante empiezan a hacer diferencias mientras sufren en el áspero asfalto de Laffrey, el más dolomítico de los puertos del Tour por sus pendientes mantenidas. Por detrás el belga dirige la caza, siempre con una caterva de ciclistas a su rueda, disfrutando, seguramente, del espectáculo de verle por fin morder el polvo. A él, que tanto les había derrotado. A él, el ciclista humillante. En cabeza Ocaña no suelta nunca el primer puesto y su ritmo comienza a asfixiar a sus compañeros de escapada, que ven cómo el conquense se lanza imponente antes de la cima, pasando ya con algo de ventaja, bajo el sol abrasador que marcará toda la jornada.

 

El Gran Eddy

El Gran Eddy

Se llega a Noyer y Ocaña está solo, desatado, abriendo diferencias. Siempre sentado en la bicicleta, su maillot naranja del BIC cortando el viento, la chepa que le sale sobre su cuerpo de emigrante comandando el Tour. En su coche Jacques Goddet disfruta de un espectáculo que, dirá después, le ha recordado a Bobet, a Coppi. En su coche, monseiur Goddet sube y baja desde cabeza de carrera al pelotón de Eddy Mercks, que ya empieza a estar minutos por detrás. Dos, tres, cuatro minutos. Y destrás del belga, los demás, detrás del Merckx que nunca se rinde aunque no pueda, siempre todos los demás. Después dirá Guimard, que es uno de esos que están con Eddy, y que es el único que intenta relevarle en alguna ocasión, que la demostración de pundonor de Merckx es casi tan grande como la demostración de fuerza de Ocaña. Y no regala elogios el bueno de Cyrille…

 

Otro día te cuento cómo acabó esta épica jornada.

 

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