El Tour de 1992 (XVI)

 

La etapa de Sestrieres comienza con la tranquilidad típica de estos días. Más de 240 kilómetros por delante y hasta cinco grandes puertos hacen que la prudencia sea la nota predominante en todo momento. Además, el día está totalmente despajado, hace mucho sol y las temperaturas acabarán alcanzando los cuarenta grados. Un auténtico infierno, que será aun más intenso de lo que todos los participantes esperan. Pero ellos aun no lo saben.

 

En un momento dado, justo en la base del Saises, el primer puerto del día, empiezan a producirse distintos saltos desde el pelotón, segundas espadas y buenos escaladores dispuestos a buscar su momento de gloria en una jornada como esa. Pero en un instante todo cambia, y la historia empieza a escribirse de diferente manera. Del gran grupo salta como una exhalación Claudio Chiapucci, el corajudo italiano, rey de la montaña, y uno de los máximos favoritos para la victoria final en París, aunque en ese momento se encuentre algo alejado de Indurain tras perder algo más de seis minutos en la crono legendaria de Luxemburgo.

 

El resto de candidatos se miran entre sí extrañados, sin entender a dónde va Chiapucci con más de 220 kilómetros aun por delante. Casi todos piensan que salta a por los puntos de la montaña en el Saises, con el fin de afianzar su reinado de la montaña. En el seno del pelotón Stephen roche, sin embargo, sonríe. Sabe de la locura que va a intentar su compañero de equipo, sabe que en última instancia él podría ser beneficiado por la misma. Y sabe, sobre todo, que la sorpresa, el hecho de que nadie lo espere, es su mejor baza.

 

Iseran Será Juez De La Jornada

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De esta forma Chiapucci llega al grupo de cabeza, un puñado de buenos escaladores donde se encuentran por ejemplo el joven y prometedor Virenque, ya protagonista en 1992, el vasco del Clas Jon Unzaga y el compañero de Bugno en Gatorade Peio ruiz Cabestany. Y es este, viejo zorro que destaca sobre todo por su lectura de carrera, el primero que ve la peligrosidad del movimiento del italiano. Y es que cuando Chiapucci llega a este grupo en lugar de contemporizar se pone a tirar del mismo como un loco. Como hiciera en 1990 en el Aspin y el Torumalet marchando de amarillo. Allí su esfuerzo le pudo costar, seguramente, el Tour de Francia. Dos años después está totalmente dispuesto a ganarlo.

La Majestuosidad De Los Alpes

La Majestuosidad De Los Alpes

 

Por detrás, no obstante, los nervios aun no se han desatado. Quedan más de 200 kilómetros y los grandes líderes prefieren apoyarse en sus coequipiers para intentar reducir las pérdidas con Chiapucci. Indurain disfruta del trabajo de Bernard, de Gorospe, mientras que Bugno hace lo propio con Rondón. Pero ambos están quemando valiosas fuerzas en sus conjuntos que les harán falta más adelante. Como balas en la recámara los dos grandes de este Tour se dejan a sendos viejos campeones de la carrera gala: Pedro Delgado y Laurent Fignon. Sobre todo el segundo será gran protagonista en estos Alpes franceses en 1992.

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