Leyendas de la París-Roubaix (II)
Evidentemente el favorito unánime para la Paris Roubaix de 1975 era Eddy Merckx, que había dominado aquella primavera ciclista como nadie nunca lo había hecho antes y como nunca antes lo haría después. Pero las posibilidades de Roger de Vlaeminck también eran grandes, por cuanto ya contaba con dos victorias en el velódromo (por tres de Eddy) y parecía llegar en forma.
La carretera fue de pura eliminación, con todos atentos a los movimientos de Merckx, que en cada tramo de pavés imponía un ritmo duro para ir seleccionando el grupo. Entonces, cuando apenas quedaban una decena de corredores en cabeza a falta de poco más de 30 kilómetros a la meta Eddy pincha. Cambia la rueda y con un esfuerzo supremo vuelve a enlazar, algo que deberá repetir diez kilómetros después tras otro pinchazo. Al fin, a menos de cinco kilómetros de Roubaix el belga vuelve a pinchar, y todo parece haberse acabado para él. Sin embargo este Merckx es casi un bólido, y enlaza con la cabeza de carrera, otros seis ciclistas, antes de entrar en el velódromo de la ciudad de las hiladuras. En ese grupo está De Vlaeminck, que es el único que puede batirle al sprint. Segunda plaza épica para Eddy y la mejor victoria de su carrera deportiva para Roger de Vlaeminck.
En 1977 consigue Roger de Vlaeminck su cuarta victoria en el velódromo, lo que le convierte en el único y genuino Monsieur Paris Roubaix, con un récord que no ha sido igualado hasta hace un par de años. En ese mismo final deja unas declaraciones para la historia, cuando entrevistado a pie de pista el locutor le pregunta si ese año se animará a correr el Tour de Francia (De Vlaeminck no iba a la Gande Boucle desde 1971). Su respuesta es atronadora en los megáfonos del velódromo: No iré, odio todo lo francés. Entre una tremenda pitada del público de Roubaix el periodista insiste…pero oye, Roger, la París Roubaix, tu carrera, es francesa. A lo que De Vlaeminck, provocador, responde: ¿seguro? ¿has mirado su palmarés? Roubaix es flamenca.
Hasta tres veces más subirá al pódium en Roubaix, pero ese invierno de 1977 sucede un hecho que hará que su fabuloso récord de cuatro Paris-Roubaix ganadas no se pueda ver incrementado. Su esposa se fuga con su representante, después de haber vendido todos los bienes que tenían y de haber saqueado las cuentas del banco. De Vlaeminck está arruinado, y durante algún tiempo tiene que vivir en una autocaravana en un camping de Flandes. Seguramente a él, que llamaban “El Gitano” porque sus padres habían sido vendedores nómadas por los mercadillos de Flandes durante su infancia, le afectara menos que a otros, pero sin duda no era la mejor preparación posible para un ciclista. A esto se une que su legendaria escuadra del Brooklyn se deshace y Roger debe de buscar equipo. En esas condiciones primará lo económico sobre lo deportivo y volverá sus ojos a Italia, donde un viejo rival le espera con los brazos abiertos….